jueves, 2 de septiembre de 2010

¿Se puede aprender a liderar?


Factores que influyen en las habilidades del liderazgo
 
Parece obvio que uno puede aprender a liderar. Al fin y al cabo, cerca de tres cuartas partes de las compañías norteamericanas envían gente cada año a hacer cursos de liderazgo. Los psicólogos y antropólogos graban en vídeo las actuaciones de los futuros líderes, estudian a sus colaboradores, jefes y asociados, y les dan la retroalimentación que necesitan para llegar a tener más conocimiento de sí mismos. Los hombres recios escalan  montañas y pasan   por experiencias en el desierto acompañados por guías de  la  nueva era, especialistas en crecimiento personal que les ayudan a "ir más allá de sus propios límites" para "desarrollar la pasión por el liderazgo". Prácticamente todas  las  escuelas  de  negocios  enseñan   las teorías  del  liderazgo. Además, todos nuestros gurús enseñan sus propias "marcas" de liderazgo, y muchos incluso dirigen sus propias escuelas de liderazgo. Por supuesto que se puede aprender a liderar.  Las compañías no invertirían tanto dinero si no se pudiera aprender. Nuestros gurús no ofrecerían tantos cursos sobre liderazgo si no hubiera algo que aprender.

Si usted pregunta a nuestros gurús —las mismas personas que enseñan en los cursos sobre liderazgo— si creen que el liderazgo puede ser enseñado,  obtendrá  probablemente  una  respuesta  interesante "Sí", le dirán algunos, y otros añadirán, "Bueno, a veces sí". Warren Bennis sostiene que "se puede enseñar el liderazgo... El liderazgo es carácter y juicio, dos cosas que se pueden enseñar", y Peter Drucker sostiene terminantemente  que  "el  liderazgo  debe ser aprendido y  puede ser aprendido".

Entonces, ¿qué está pasando? ¿Podemos aprender a ser líderes? La respuesta es sí y no.  Podemos aprender fácil y rápidamente técnicas, las habilidades, las formas de comunicarnos y demás. Podemos dominar las teorías, las estrategias y las tácticas del liderazgo que se  enseñan   en  cursos y seminarios.   Lo  que  no  podemos  adquirir fácilmente son los sentimientos, las intuiciones, las emociones sutilezas, los deseos, la empatía, la euforia —la pasión de y por el liderazgo— que nos harán líderes. Píenselo así. Los rasgos del mercado del liderazgo que usted puede aprender en un curso son el esmalte que le ayudará a sacar brillo a su liderazgo.  Pueden ayudarle a ser mejor líder,  pero no pueden ayudarle a ser un líder si todavía no lo es.  Entonces, ¿cómo puede llegar a ser un líder, provisto de todos los sentimientos, intuición, deseos, etc., que son los que nos diferencian del no líder? Esto es lo que piensan nuestros gurús:

La genética y la primera infancia
La mayoría de nuestros gurús creen que el potencial de liderazgo de una persona se ve favorecido si esta persona ha nacido con capaci¬dades mentales y físicas razonablemente buenas, y si ha tenido en su infancia experiencias que lo han acercado al fuego del liderazgo. Más allá de la inteligencia y la energía física, existe un gran debate sobre la influencia de la genética en el potencial de liderazgo. Algunos gurús piensan que el liderazgo se construye en el ADN (ácido desoxirribonucleico). Otros no comparten esta opinión. Sin embargo, existe menos contro¬versia sobre la importancia de las experiencias de la primera infancia.

La mayoría de nuestros gurús coinciden al afirmar que las experiencias de los primeros años de la vida tienen mucha influencia. De entre estas experiencias, las que parecen tener mayor influencia son las relacionadas con el éxito y el fracaso, el estímulo y la crítica, la experimentación, la disciplina y todas aquéllas que, o bien nos ayudan desarrollar una sensación de confianza y necesidad de logros, o bien nos previenen de hacerlo. Mientras que la mayoría de estas experiencias suelen ser positivas, en realidad no tienen por qué serlo. Manfred Kets de Vries dedujo de su trabajo clínico con líderes, que un porcentaje importante de estos líderes desarrollaron un impulso para liderar  porque habían sufrido traumas en su  infancia.

Debido a los infortunios con los que se han encontrado, muchos de ellos parecen tener una misión clara: van a demostrar la injusticia del mundo; van a mostrar a todo el mundo que ellos pueden conseguir algo. Muchos de ellos, enfermos de lo que podría llamarse "el complejo del Conde de Montecristo" (denominado así por la novela de Dumas), van incluso más lejos: tienen una fuerte necesidad de vengarse por las injusticias que les han hecho en sus primeras etapas de la vida.

La educación
Nuestros gurús creen que para aprender a liderar uno necesita un tipo de educación adecuada. Fíjese que estamos hablando de educación y no de formación. Tal y como apunta Richard Farson, existe una diferencia importante entre ambos.

La formación... pretende desarrollar técnicas y habilidades... La edu¬cación no lleva a las técnicas sino a la información y al conocimiento, los cuales, en las manos adecuadas, pueden conducir al entendimiento e incluso a la sabiduría. La sabiduría conduce a la humildad, la compasión y el respeto —cualidades que son fundamentales para un I liderazgo eficaz.
La formación hace que la gente sea más igual, porque todos aprenden las mismas habilidades. Sin embargo, la educación, puesto que implica un estudio de la experiencia personal para encontrar ideas, tiende a hacer a las personas diferentes entre ellas. Por eso, el primer beneficio de la educación es que el empresario llega a ser único, independiente, un artículo genuino.

Algunos  de  nuestros gurús  quieren  que  los  líderes  potenciales tengan   una  educación   que  vaya   más  allá  de   los  temas  como el  marketing,   las  finanzas y  los  sistemas  de   información,  los cuales forman la espina dorsal de los cursos de la mayoría de las escuelas de negocios. Lee Bolman y Terrence Deal prefieren tener a los potenciales impregnados de poesía, literatura, música, arte, historia, filosofía e incluso danza. John Gardner va más allá de esta idea y sugiere que los líderes futuros deberían estar expuestos a “todo tipo de artes liberales, desde la ciencia hasta la literatura, desde las matemáticas hasta la historia, y así poder absorber, a través literatura, la religión, la psicología, la sociología, el drama, etc., las esperanzas, los miedos, las aspiraciones y dilemas de sus protagonistas..., comprender qué es lo que valoraban y por qué luchaban nuestros antecesores; [y] conocer a través de la historia y las biografías los grandes rasgos extraordinarios de la humanidad”.

La experiencia
En tercer lugar, los gurús afirman que uno necesita experimentar el liderazgo al inicio de su carrera. John Kotter sostiene que los líderes que él ha conocido "casi siempre han tenido, hacia los veinte o treinta años, oportunidades para intentar liderar, para arriesgar y para aprender de los triunfos y de los fracasos". Este tipo de experiencias parecen esenciales para desarrollar una amplia gama de habilidades y pers¬pectivas de liderazgo, porque ellas enseñan a las personas tanto las dificultades del liderazgo como su potencial para producir cambios. Estas experiencias les ayudan "a ver que las técnicas de dirección por sí solas no funcionan cuando se trata de adaptar las organizaciones a los entornos cambiantes. Incluso proporcionan a las personas una nueva percepción de sus fuerzas y debilidades pertenecientes al lide¬razgo".

Kets de Vries descubrió que todos los líderes empresariales que él entrevistó habían tenido, al inicio de sus carreras, experiencias similares.

“Una y otra vez, cuando preguntaba a los líderes empresarios de todo el mundo dónde habían aprendido a liderar, me explicaban historias sobre cómo, a finales de sus veinte años o principios de los treinta, fueron enviados a Argentina, Taiwan, Australia o Canadá a montar una planta, reestructurar el departamento de ventas, organizar una fusión, cualquier cosa. Sudaron para llevar a cabo la tarea, pasaron noches sin dormir y cometieron errores. Pero lo más importante, ¡estaban emocionados y aprendieron! Nunca olvidarán las lecciones que aprendieron mientras estaban solos intentando sacar adelante el proyecto. La experiencia les enseñó mucho sobre motivación, tomar decisiones y aceptar responsabilidades.

Los fracasos
Una experiencia absolutamente necesaria para llegar a ser líder, dicen gurús, es el fracaso. Los fracasos parecen ser la chispa que enciende las lecciones primeras del liderazgo y las funde en la conciencia. Warren Bennis cita a algunos de sus más conocidos ejecutivos quienes saben que cuando más aprendieron fue cuando estuvieron deprimidos y afectados. Los problemas, dice Bennis, moldean a las personas al igual que el tiempo moldea a las montañas: "...los jefes difíciles, el no tener visión ni virtudes de empresario, las circunstancias fuera de control y nuestros propios errores constituyen el currículum básico del líder". Bennis menciona las palabras de Margaret Thatcher: "En ese preciso momento en que el hierro penetró en mi alma, fue cuando me dio la fortaleza que necesitaba para llegar a ser una líder de primera categoría".
 
La formación objetiva
Por último, una pequeña formación objetiva puede ayudar a pulir su estilo de liderazgo, pero recuerde que existen límites reales sobre lo que la formación puede hacer por usted. Los Bill Gates, Walt Disney y Ted Turner de este mundo no fueron creados por cursillos, seminarios semanales, por asesorías a consejeros, o experiencias guiadas en  el  desierto.  Esto no quiere decir que estas experiencias no les ayudaran a perfilar sus habilidades comunicativas o interpersonales. Simplemente no se convirtieron en líderes gracias sólo a ellas.
Tenga cuidado con los folletos elegantes sobre cursos de formación y anuncios que se publican en sus revistas favoritas que prometen hacer de sus empleados unos Churchill con sólo tres clases, seis cintas de vídeo o una hora de charla. Su buen sentido debería recordarle el antiguo adagio que le advierte que "es demasiado bueno para ser verdad…”

¿Debería, entonces, evitar todo tipo de formación? Por supuesto que no. La formación puede ser muy valiosa si está enfocada hacia unas habilidades específicas. Por ejemplo, puede querer tomar cursos sobre escritura y oratoria para mejorar su técnica de narración, no espere que ni una ni cien clases hagan de usted un líder, si usted todavía no lo es. La formación puede pulir y perfilar sus habilidades de liderazgo, pero no construye las bases del liderazgo. Estas vienen de mucho antes que la formación.

EL LIDERAZGO ES UNA CUESTIÓN DE CONJUNTO
En resumen, el liderazgo hace referencia al hecho de que con toda la fachada y promesas, ningún gurú, independientemente de su ánimo o grado de intromisión, puede convertirlo a usted en líder instantáneamente. Los líderes no nacen —o no nacen completamente forma¬dos  Tampoco se hacen como el café instantáneo, sino que se van elaborando lentamente.  El  proceso de aprendizaje del  liderazgo es prolongado y procede básicamente así:

  • Los genes y las experiencias de la primera infancia proporcionan la disposición para el liderazgo.
  • Una educación en humanidades configura la extensa base del conocimiento.
  • La experiencia proporciona la sabiduría que se deriva de poner en práctica el conocimiento.
  • La formación pule el comportamiento en áreas específicas, como puede ser la comunicación.
Aunque le falte algún gen, o alguna experiencia infantil, aunque no tenga un grado en humanidades, aunque sus experiencias varias hayan resultado no ser valiosas, o aunque la formación  que  haya recibido no sea tan buena como parecía, anímese. Esto no significa que no pueda liderar. Cuando se trata del liderazgo, lo que importa es el conjunto, no las partes.

IDEAS CLAVES
Aunque existen algunas características comunes a varios líderes, como pueden ser el deseo de liderar, la disposición para tomar riesgos, la necesidad de conseguir objetivos, etc., estas características no son necesariamente compartidas por todos los líderes.
La única característica que diferencia a los líderes de los no líderes es que los líderes tienen seguidores.
El liderazgo tiene que ver fundamentalmente con la relación entre líderes y seguidores; por eso la tarea principal de todos los líderes es construir y mantener una sólida relación con los demás.
El liderazgo ocurre como consecuencia de una serie de acontecimientos independientes. Por eso una persona que triunfa como líder actualmente, puede no ser líder mañana o en un grupo de seguidores diferente.

El nuevo líder tiene que ser más:

- visionario que estratega
- narrador de historias que comandante
- agente de cambio y servidor que arquitecto de sistemas o ingeniero.

El aprender a liderar es un proceso lento y continuado que se remonta a la infancia. Formación, seminarios, cursillos y asesoría pueden únicamente pulir las cualidades para el liderazgo que una persona ya posee.

Tomado de Joseph Boyett y Jimmie Boyett. Hablan los Gurús. Editorial Norma.1998

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