Semblanza del ilustrísimo
Simón Bossa Pereira
En todas las facetas de su vida fue un verdadero maestro de maestros: en la masonería, en la actividad política y en el ejercicio profesional; pero más que esto, sobresalió en él su desmedido amor por su familia y su conducta ejemplar como simple ciudadano, preocupado por la suerte de su patria.
Oscar
Felipe Pardo Ramos
«El abuelo Simón no concebía la ordinariez ni la vulgaridad,
todo lo contrario, creía en la existencia de un engranaje social
en donde todo debería estar
regido por el Gran Arquitecto
del Universo, que representaba la equidad y la justicia».
Álvaro
Angulo Bossa, su nieto
Cuando el Ilustre y Poderoso Hermano Simón
Bossa Pereira alistaba maletas para su viaje al oriente eterno recibió la
visita de Monseñor José Ignacio López Umaña, Arzobispo de Cartagena, cuya
presencia había sido solicitada por sus hijas Alicia y Ana Raquel, muy
católicas por cierto, con la intención de que le suministrara los santos óleos.
Valga resaltar que Monseñor López, había sido un contradictor habitual de nuestro V.·.H.·. (Venerable Hermano) en atención a sus distintas perspectivas y acciones
que son de esperarse entre personas ilustradas separadas por hondas zanjas ideológicas. Al hallarse frente
a su lecho, Monseñor en tono solemne le conminó: «Doctor Simón, confiese sus pecados para que pueda presentarse libre de
ellos ante Dios». Su mirada serena y medio apagada se iluminó de repente
con el destello rutilante de un rayo implacable y vivo, incoherente con el
crucial instante de postrera reflexión y, como en sus viejos tiempos de rebelde
liberal, recobró el brillo intenso de otrora, y con voz firme e impropia de un
ser que se despide, le respondió certeramente: «más bien, confiéseme los suyos, que yo puedo interceder por usted ante
el Gran Arquitecto del Universo, pues dentro de muy poco me reuniré con él».
Como lo demostró desde muy temprano, el ilustrísimo Simón Bossa Pereira fue un adalid absolutamente comprometido con las gestas que consideró justas, no sólo como ideólogo sino también como participante activo, pues desde los albores de su juventud entregó sus mejores energías a las nobles causas de una lucha política que encarnaba en su momento las más altas aspiraciones del partido liberal y de la misma República. En efecto, desde el mismo instante en que se graduaba como abogado, prefirió ser más un combatiente altivo que una víctima arrollada por los rigores de la guerra civil que se extendía por todo el territorio nacional.
Esa guerra fue la
rebelión del liberalismo radical contra el gobierno de Rafael Núñez, en la que el
General Ricardo Gaitán Obeso, en calidad de comandante del ejército rebelde se
tomó muchos puertos del río Magdalena y la ciudad de Barranquilla hasta sitiar
a Cartagena en 1885, logrando tomarse el cerro de la Popa y el Castillo de San
Felipe, para finalmente caer derrotado, juzgado y confinado en prisión en
Panamá. Según relató Simón años después en una entrevista al periódico El Siglo:
«Salía de la ceremonia de grado,
juntamente con mis profesores, cuando entraban al colegio, desde ese momento
convertido en cuartel, carretas cargadas de fusiles y pertrechos»[1].
Como consecuencia de su participación en ese conflicto a favor de la causa
rebelde (impulsado por su padre) estuvo preso por unos días, luego de lo cual
se exilió voluntariamente en Panamá, asociado con su profesor Eloy Pareja García[2],
con quien creó un bufete de abogados en la ciudad de Colón, hasta la quiebra de
la compañía francesa constructora del canal, por lo cual se regresaron a
Cartagena en el año de 1890.
De
Panamá trajo el corazón del egregio líder liberal Ricardo Gaitán Obeso, quién
falleció en prisión en esas tierras –nunca se ha sabido con certeza si de
fiebre amarilla –como sostuvo el gobierno de Núñez o envenenado por un
gobernador de la época como decían algunos liberales-. Dicho órgano le fue
confiado por el General Manuel Santodomingo Navas en 1889, y Simón Bossa lo
mantuvo embalsamado como un sagrado
fetiche en una urna de cristal, siendo su celoso guardián durante unos 50 años,
hasta cuando los descendientes de Gaitán Obeso se lo llevaron.
«El público que llena
las barras murmura ansioso y como defraudado, pero, poco a poco, la voz del
orador se va haciendo más sonora y robusta, su figura cobra una actitud
tribunicia, bajo el prestigio de la oración ciceroniana, y en impecables
cláusulas se desarrolla la defensa, con lujo de doctrina y elegante emotividad;
al choque de acerada lógica caen pulverizadas las premisas del adversario, y no
hay ya para él dificultades que no venza, ni escollos que no sepa orillar;
dueño de su ciencia, domina la cuestión en el campo meramente jurídico, y luego
en arranques de elocuencia sincera, descubre los movimientos pasionales y los
sutiles replieges del ánima…».
En su ferviente actividad política sobresalió más por sus virtudes morales que por sus ejecutorias, fue más un patriarca orientador que un ejecutor de tareas puntuales. Tal vez por ello jamás pasaron desapercibidos su nombre ni su imponente figura, para la colectividad liberal como para el país político en general, de manera que sus copartidarios lo consideraban el faro que iluminaba con su inteligencia y buen juicio la marcha incierta del partido liberal, al tiempo que sus contemporáneos -copartidarios o no-, lo consideraron el político y jurista mejor preparado de la época. Por estas razones, siempre estuvo a la cabeza de las grandes decisiones del partido liberal, como cuando integró el triunvirato que presidió la Gran Convención del Partido en 1922 en Ibagué, firmando el Acuerdo que llevó a los liberales a crear la Universidad Libre, por iniciativa de distinguidos masones liberales, encabezados por Benjamín Herrera; y en 1924 cuando por escogencia de la Convención de Medellín, conformó la Dirección Nacional Liberal junto a Tomas Uribe Uribe y Paulo Emilio Bustamante. Igualmente, en 1921 el gobierno colombiano presentó al Consejo y Liga de las Naciones de Ginebra, su candidatura junto con la de Fernando Vélez para miembros de la Corte Internacional Permanente de Justicia de La Haya.
Desde entonces el ilustre patricio reafirmó su liderazgo incuestionable en el liberalismo bolivarense y en cumplimiento de ese papel fue consejero de los jefes liberales de la Costa Caribe y amigo personal de las grandes figuras del liberalismo colombiano, tales como Eduardo Santos, Alfonso López Pumarejo, Alberto Lleras Camargo, Carlos Lozano y Lozano, Darío Echandía, Francisco J. Cháux, Jorge Uribe Márquez, Domingo López Escauriaza, Alberto Pumarejo Vengoechea, y dirigentes del Caribe como don Pepe Vives, Pedro Castro Monsalvo, Miguel Pinedo Barros, Armando L. Fuentes, Juan B. Fernández, Miguel Amín, José Francisco Socarrás, Libardo López Gómez, Pedro Juan Navarro, Juan B. Barrios, entre otros destacados intelectuales costeños[4].
Sus
primeros años
El maestro masón
Su trayectoria masónica, si bien prudente y
silenciosa, fue tan fulgurante y prolífica como su carrera política: se inició
en los augustos misterios de la masonería en la Resp.·. Logia Unión No.9 el 2 de abril de 1893, presentado por
su profesor, compañero de labores y amigo V.·.H.·. Eloy Pareja G.; aumentó su salario como compañero masón el 31 de julio
y fue exaltado al Sublime Grado de Maestro Masón el 14 de agosto del mismo año.
En el ejercicio de su ministerio masónico fue una
verdadera lumbrera que iluminó con su sabiduría irrebatible el camino de la
verdad para sus fraternos y en reconocimiento de ello, el 18 de febrero de 1906
fue investido del Grado 33º y luego, Soberano Gran Inspector General de la
Orden, por el Supremo Consejo Neogranadino del R.·.E.·.A.·. y A.·. con sede en Cartagena de Indias.
En asocio con el V.·.H.·.
Eloy Pareja García y otros decididos masones fundaron la Resp.·. Logia Cartagena No. 52, el 10 de
noviembre de 1910.El 24 de junio de 1911 fue elegido como Soberano Gran Comendador del Supremo Consejo Neogranadino, dignidad que desempeñó hasta 1938, cuando se formó el Supremo Consejo del Grado 33 para Colombia, siendo elegido como su primer Soberano Gran Comendador.
«En las Actas de la Logia “Unión No.9” reposan varios documentos en
donde el II:. y Pod:. H:. Simón Bossa Pereira es escogido por Logias de otros
Grandes Orientes Nacionales e Internacionales , como su Gran Representante y
Garante de Paz, mencionamos como muestra de ello a dos Logias: La muy Resp:.
Logia Faro de la Romana del Gran Oriente de República Dominicana, con fecha 8
de septiembre de 1936 y Filantropía Bogotana , jurisd:. a la Gran Logia
Nacional de Colombia con sede en Bogotá fechada el 17 de octubre de 1936».
En el mismo sentido, resalta, el V.·.H.·. Edinson Posso[7],
que el 15 de febrero de 1941 se fundó en la población de Zambrano, Bolívar una
Logia que llevó por nombre Simón Bossa
Pereira No. 59, pero de muy corta existencia.
Desde
niño, mi padre Víctor Pardo Guardo me habló con sincera admiración del ilustre
doctor Simón Bossa Pereira. Me decía con cierto dejo de nostalgia y frustración,
que el viejo Simón no quiso ser Presidente de Colombia porque «no le dio la gana», privando a Arjona,
a la Costa Caribe y a Colombia de tan dignísimo honor. Desde entonces, sentí una
gran curiosidad por conocer a este connotado y excepcional personaje y, poco a
poco, me fui acercando a él, primero por medio de conversaciones coloquiales
con mis paisanos arjoneros, luego con sus familiares, después por medio de
escritos que busqué en internet, algunos de ellos insospechados y muy
interesantes. Posteriormente, recibí la luz en mi Logia madre, la Resp.·. Log.·. Unida Simón Bossa Pereira N° 82, lo que avivó el fuego
de mi curiosidad por este V.·.H.·. y M.·.M.·.. En esta augusta institución fui feliz
testigo de la entrega de sus prendas masónicas por parte de sus descendientes a
la Ser.·. G.·. Log.·. Nal.·. de Col.·. con sede en Cartagena de Indias; ese día escuché
emocionado la narración de su digno nieto, el ilustre abogado Álvaro Angulo
Bossa, de la anécdota que inserto al principio de este modesto trabajo.
Tiempo
después busqué al doctor Álvaro Angulo Bossa para que me hablara de su abuelo.
En esa conversación irrepetible entendí cuánto significaba para él la figura de
su ilustre abuelo. Me habló con el entusiasmo propio del devoto que venera a su
ídolo, al referente de su inspiración, a la luz que aun ilumina su lúcido pensamiento.
En algún momento, los dos tuvimos los ojos aguados por la emoción reprimida, él
al recordarlo, yo al recrear en mi mente sus excepcionales dotes intelectuales,
morales y espirituales.
En esa conversación ratificamos su desmedido amor
por su familia, pues, jamás dejó de ser un padre para sus hijos y nietos, dando
extraordinarios ejemplos de cariño y apoyo a su familia entera, como cuando su
hija Julia Isabel enviudó en un absurdo y desafortunado accidente, haciéndose
cargo de la crianza de sus siete hijos.
Nos cuenta Álvaro que ya en su edad avanzada, el
abuelo Simón caminaba pausado; que al llegar a casa subía las escalinatas de la
amplia terraza, se quitaba la chaqueta y el chaleco, se ponía babuchas, se
sentaba en una poltrona de mimbre y esperaba el almuerzo. Eso sí, como muestra
de respeto, nadie se sentaba en la mesa antes que él.
Epílogo
Simón Bossa
prodigó un inmenso amor a su familia, a su profesión de abogado, al partido
liberal, a la masonería y a su patria. En lo personal, fue el ejemplo más
elocuente de desprendimiento de las riquezas y las lisonjas terrenas, en plena
coherencia con sus convicciones filosóficas y su ideología política.
Sus
acrisolados valores, su formación académica, el impecable ejercicio de su
profesión, su férrea vocación de servicio y su valentía para afrontar los
momentos más difíciles, tanto en la vida familiar como en la arena política, le
merecieron los más altos elogios y reconocimientos de sus contemporáneos,
copartidarios o adversarios. Su capacidad retórica y sus virtudes morales le
convirtieron en el jefe liberal de su departamento y uno de los más importantes
de Colombia.
Para la
masonería colombiana su nombre es más que un faro de luz perenne, más que una
columna imbatible; su legado es una vida ejemplar, para inspiración de las
nuevas generaciones de hombres libres y de buenas costumbres que buscan la luz
de sus enseñanzas.
En fin, en
todas las facetas de su vida fue un verdadero maestro de maestros: en la
masonería, en la actividad política y en el ejercicio profesional; pero más que
esto, sobresalió en él su desmedido amor por su familia y su conducta ejemplar
como simple ciudadano, preocupado por la suerte de su patria.
REFERENCIAS
BIBLIOGRÁFICAS
Angulo
Bossa, Álvaro. El Corazón del General
Ricardo Gaitán Obeso. El sitio de Cartagena de 1885. 2010
_________.
Añoranzas de Villa Raquel. Libro de
circulación familiar. Cartagena. 2010.
_________.
Aspectos sociales y políticos de
Cartagena de Indias. Siglos XVI y XX. Ed Antillas.
Bossa Herazo, Donaldo. Nomenclator cartagenero. Banco de la República, Impresión: Op Gráficas,
Bogotá. 1981 Buendía, Rafael G. Síntesis histórica del Municipio de Arjona. 2005.
Carnicelli, Américo. Historia de la Masonería Colombiana. 1883-1994- Tomo I Bogotá –
Colombia. 1975.
Posso B. Edinson. Simón Bossa
Pereira. 1863-1950.
Serpa Uribe, Horacio. Partido Liberal Colombiano. Dos Liberales Costeños. Alberto Pumarejo
Vengochea y Simón Bossa Pereira. En: http://partidoliberalcaldas.galeon.com.
Entrevista
con Álvaro Angulo Bossa. 26/08/2011.
[1]
Diario El Siglo, 16 de septiembre de 1943, citado por
Álvaro Angulo Bossa en El Corazón del General Ricardo Gaitán Obeso. Cartagena,
2010.
[2]
Producto de esta gran amistad el V.·.H.·. Eloy
Pareja lo presentó a la Resp.·. L.·. Unión N° 9,
iniciándose el 2 de abril de 1893.
[3] Álvaro Angulo Bossa. Aspectos
sociales y políticos de Cartagena de Indias. Siglos XVI y XX. Ed Antillas.
[4] Serpa Uribe, Horacio. Partido Liberal Colombiano. Dos Liberales Costeños. Alberto Pumarejo
Vengochea y Simón Bossa Pereira. En:
http://partidoliberalcaldas.galeon.com.
[5] Según Albio
Martínez Simanca, en Fragmento de 'Simón Latino’: «…
el
abogado masón Eloy Pareja García, […] sobresalió como uno de los jefes
liberales de la época, compañero de los generales Rafael Uribe Uribe y Benjamín
Herrera, diputado por Bolívar a la Asamblea Nacional, con el aval del Partido
Republicano; el 21 de agosto de 1887, fue investido con el grado 33 por el
Supremo Consejo Neogranadino de la Masonería, con sede en Cartagena. En
desacuerdo con Núñez y la Regeneración, tuvo que salir de Cartagena, rumbo a
las sabanas de Bolívar. El presidente de la República, Carlos E. Restrepo, lo
nombró y se posesionó en el cargo de ministro de Obras Públicas, pero,
infortunadamente, el 22 de octubre de 1910 lo sorprendió la muerte en uno de
los salones del palacio presidencial».
En Semana.com. Consulta: 13/09/2011.
[7] Ibid.